domingo, 30 de noviembre de 2008

Para qué las fronteras?

Esas líneas que trocean nuestro globo, tan similares a circuitos de F1 y tan retorcidas como la mente que las ideó, hacen que me plantee diversas preguntas:

Si un rudo vaquero decide crucificarse en el cartel que le despide de Colorado y le da la bienvenida a Kansas, ¿qué estado se hará cargo del cadáver si, finalmente, fenece el sacrificado cowboy? Lo lógico sería buscar las huellas de su llegada pero en esas tierras lo único que pervive al viento del desierto son los cactus.¿Le dejarán ahí clavado como punto turístico regional ante una más que posible falta de acuerdo? ¿Se pasarán la patata caliente (o la calavera con gorro tejano) indefinidamente? Pobre hombre.

No me interesa saber por qué Ayamonte es el último pueblo de España (antes de entrar a Portugal) y no Vila Real de Santo António.Esas decisiones sociopolíticoeconómicas las encontramos en los libros de Historia.Lo que sí me intriga es el momento en el que un operario de carreteras se dispone a fijar un cartel de, pongamos de ejemplo, "provincia de Cuenca". Le han informado que debe clavarlo en el punto kilómetrico "x" de la carretera "y",pero ¿qué ocurre si este caballero, que está mosca porque estamos a día 3 y aún no ha cobrado, decide situarlo 20m más allá? ¿se enteraría alguien? Cuando yo abandono Toledo para entrar en Cáceres por la A-5 no encuentro ningún punto referencial que me haga comprender por qué ése es el lugar exacto que divide Castilla la Mancha de Extremadura: ningún río, ningún monte... nada. Esperemos que no caigan represalias contra este señor. Yo haría lo mismo.

Me divierte imaginar que cada punto de todas las líneas fronterizas responde a una discusión en algún Pleno municipal, autonómico o parlamentario; o a enfrentamientos feudales ocurridos siglos atrás... o desgraciadamente a demasiados conflictos bélicos.Esto último no es tan divertido.

Otra duda.Nos encontramos en la frontera entre Belfast e Irlanda: en Enniskillen (yo también lo he pensado:¿por qué ponen nombres suecos a municipios anglosajones?). La duda se centra sobre las Fuerzas de Seguridad de ambos territorios, que se encuentran vigilando su lado limítrofe:¿tomarán el té de las 5 p.m. juntos? ¿son antagonistas o compañeros de trabajo? ¿Té rojo o té verde? ¿Inglés o irlandés? Qué follón de infusiones. Con lo bueno que está el Poleo-menta.

¿Dónde cambia el acento entre Málaga y Cádiz? ¿En Marbella o en Estepona? ¿Tendrán algo que ver los anglos de Gibraltar?
¿En Saarbrücken hablan francés y alemán? La lógica me dice que sí porque sólo les separa del país de los Mosqueteros y de la guía Michelin una línea imaginaria (azul en google, verde en mi globo terráqueo). Pero a lo mejor los saarbrückeños se han encontrado a un tirolés crucificado en su frontera y les ha dado pereza visitar la Torre Eiffel.